Charlamos con Mariola sobre los momentos más difíciles de la oposición y cómo consiguió su plaza haciendo una doble apuesta. La recompensa del aprobado le llegó cuando más frustrada se sentía por haber suspendido el examen de otra oposición que coincidió en el tiempo con la que finalmente la convirtió en funcionaria.
MARTA GÓMEZ PEÑARRUBIA | ENTREVISTAS
Trabajaba en una empresa pequeña, en un sector que no me llenaba, con muy malas condiciones laborales y un jefe que no le deseo ni a mi peor enemigo. Desde que estaba en la carrera había tenido en mente la posibilidad de opositar, pero no me atreví hasta que pensé que lo que podía ganar era mucho más que lo que perdía quedándome en esa empresa.
En la Universidad vinieron a darnos una charla sobre oposiciones y, entre las personas que contaron su experiencia había un TAC -miembro del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado (CSACE)-. Lo que nos contó me gustó mucho, así que desde entonces tuve el gusanillo. En mi tercer año de oposición decidí compaginarlo con TAG Madrid -Técnico Superior de la Administración de la Comunidad de Madrid-, al ser muy similares en contenido, mismo nivel y, espero, puestos a desempeñar.
Sí, he suspendido tres veces. La primera llevaba solo unos meses opositando, pero la segunda y, sobre todo, la última (me quedé en el cuarto y último examen de CSACE), me dolieron especialmente.
Sí, después de suspender el cuarto ejercicio de CSACE en febrero de este año. Lo estaba pasando muy mal, me sentía muy frustrada y volver a estudiar se me hacía un mundo. Cada artículo que leía o tema que repasaba me llevaba a pensar que había desperdiciado una oportunidad de oro. Decidí que no quería seguir así y busqué trabajo.
Me habría gustado darme cuenta antes de que la oposición no lo es todo en la vida. Como he dicho, busqué trabajo tras suspender y me salió una oportunidad muy buena, cuando pensaba que era imposible. Me habría gustado saber que el esfuerzo no cae en saco roto, que los opositores estamos muy preparados y consigamos o no la plaza, hay opciones iguales de buenas en otros cuerpos o en el sector privado, donde se nos valora más de lo que pensamos.
Dedicaba todo lo que el cuerpo aguantara. Unas veces eran ocho horas, otras diez… pero esto me quemó. Creo que es mucho mejor tener una rutina fija, cumplas o no con el número de temas, para no acostumbrar al cuerpo a ese ratito extra que te quitas de las horas de descanso. Al final lleva a que las horas de estudio sean menos productivas.
Todo lo que no es opositar. Ver que no puedes estar con tu familia todo lo que te gustaría, que la gente a tu alrededor hace planes, que a veces no entienden que tú no puedas unirte, que avanzan a nivel personal y profesional, y que tú sigues en pausa.
También los eventos o celebraciones de la gente de tu entorno… Uno de los planes que más rabia me dio rechazar porque tenía que estudiar fue la despedida de soltera de una de mis mejores amigas.
Sí, pero como he dicho, si no lo hubiera conseguido también. Llevamos oro en la cabeza y antes o después, eso se ve.
Y a nivel más emocional ver la alegría de mi familia es algo muy gratificante. Están todos muy orgullosos de mí y no paran de contarlo. ¡Hay gente en mi edificio que me ha felicitado y no sé ni cómo se llaman!
Me veo simplemente feliz y disfrutando de la vida.
Tengo mucha capacidad de adaptación, así que cualquier destino me gustaría. No obstante, mi puesto ideal sería alguno que estuviera relacionado con la Unión Europea, o con medio ambiente y energía. No sé cómo de cerca estará, pero una vez dentro del cuerpo las cosas se ven de otra forma.
Que estén tranquilos, porque antes o después el esfuerzo se verá recompensado.
Marta Gómez Peñarrubia es periodista y actual responsable de comunicación de SKR. Opositora novata en sus ratos libres. Le interesan más las dudas que las certezas. @marta_gomz
Un comentario
Sacar fuerzas donde a veces cuesta encontrarlas o apenas quedan ganas. Ese es el éxito de Mariola
Impecable alumna