Existe un cuerpo de directivos públicos que sirve de eslabón entre el Gobierno y la Administración Pública, entre los ministros y los funcionarios de todos los niveles. Los Administradores Civiles del Estado son los encargados de aterrizar en la práctica cotidiana de departamentos y organismos los encargos de los órganos superiores y de dar la continuidad necesaria a las políticas públicas que afectan al día a día de los ciudadanos.
MARTA GÓMEZ PEÑARRUBIA
Se trata de una oposición exigente y compleja de preparar debido a su gran transversalidad. Sus miembros no eligen este cuerpo por casualidad: requiere una vocación clara de servicio público. Eso sí, la recompensa para quienes lo consiguen es notable.
El origen de los Técnicos de la Administración Civil (TAC, la nomenclatura antigua del cuerpo) fue precisamente, como explicaba en este mismo espacio José Joaquín Jiménez Vacas, la necesidad de crear un cuerpo de directivos públicos.
Los actuales Administradores Civiles del Estado ostentan el privilegio y la responsabilidad de dirigir la elaboración, implementación y ejecución de cualquier política pública, cualquier decisión que afecte a la vida cotidiana de los ciudadanos, dentro y fuera del territorio nacional. Además, participan a ese mismo nivel directivo en organizaciones internacionales y en delegaciones españolas en el extranjero.
Las principales ventajas de opositar al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado (CSACE) pueden resumirse grosso modo en algunos titulares de lo más tentadores:
Quienes apuestan por esta aventura profesional pueden ocupar altos cargos en España y en el exterior, tanto en embajadas y en organismos internacionales. Se trata, resume Kike Cortés, Administrador Civil del Estado y director de SKR, de “un cuerpo del grupo A1 -el más alto de la Administración-, innovador y multidisciplinar, que desarrolla sus funciones de dirección y asesoramiento en diferentes áreas: jurídica, ciencias sociales, económica y técnica”.
Áreas que coinciden con las cuatro especialidades por las que puede optar el opositor para acceder al cuerpo. La consecuencia de esta elección determina el programa concreto de las materias de las que se examinará durante el proceso selectivo. Existe una base de temas comunes que todos los aspirantes deben dominar. Como complemento, cada uno se especializa en el área elegida, debiendo demostrar sus conocimientos específicos en los exámenes de la oposición.
Para acceder al CSACE se necesita un título universitario de Doctor, Licenciado, Ingeniero, Arquitecto o Graduado y superar las cuatro pruebas eliminatorias y un curso selectivo. No es necesario que dichos estudios sean sobre la especialidad de acceso elegida, es decir, no se exigen conocimientos en Derecho para entrar por la rama de jurídicas, por ejemplo. Y una vez superada la oposición, tampoco existen limitaciones para elegir destino según la rama. Todos los caminos derivan en las mismas oportunidades.
El primer ejercicio consiste en la redacción de dos ensayos, uno general y otro de la especialidad. Los aspirantes disponen de cuatro horas para su realización. Su contenido no debe ceñirse únicamente al temario estudiado, sino que debe incluir un contexto de actualidad política, económica y social y demostrar el conocimiento de las diferentes corrientes doctrinales y de pensamiento que entran en juego.
El segundo examen es el de idioma, debiendo elegir entre inglés o francés. En la última convocatoria se permite, como novedad, sustituir esta prueba por un certificado de nivel emitido en los tres años inmediatamente anteriores a la convocatoria.
En tercer lugar, los aspirantes deben superar el examen más temido: el cante. Consiste en la exposición oral de cuatro temas de materias comunes y específicas en una hora. El tribunal realiza después preguntas concretas sobre las materias expuestas. Aunque el cante es la prueba que más impone, lo primero es quitarte el miedo. Igual que el resto, este examen se aprueba preparando con la técnica adecuada.
Superados los anteriores, el cuarto y último ejercicio es el caso práctico, que debe realizarse en cuatro horas. Los opositores se examinan en este caso de las materias de la especialidad elegida.
“Más de 25 años de experiencia, una cuidada metodología, un equipo de preparadores de primer nivel, todos ellos miembros en activo del cuerpo, el seguimiento personalizado de todos y cada uno de los alumnos, los materiales y las actividades…” son, según Ana Córdoba, directora académica de SKR, las claves que año tras año, convocatoria tras convocatoria sitúan a los alumnos de la academia entre los mejores.
Las cifras, desde luego, hablan por sí mismas:
Pero las estadísticas no son el principal objetivo de SKR. La formación que ofrecemos es multidisciplinar, integral y de gran calidad para garantizar el éxito de los opositores en el proceso selectivo. Y más allá de este objetivo inmediato, sobre todo pretendemos dotarles de las herramientas que necesitan para desenvolverse con confianza y solvencia en su carrera profesional, sea cual sea el entorno en el que la desempeñen.
Unos conocimientos que, además, acreditamos como merecen. Un innovador convenio con la Universidad Europea del Atlántico permite a los alumnos que preparan su oposición en SKR obtener una titulación universitaria complementaria al gran esfuerzo que realizan día a día preparando el acceso a los diferentes cuerpos de funcionarios de las Administraciones Públicas. Esta dedicación puede verse recompensada con esta acreditación independientemente del resultado del proceso selectivo.
De esta forma intentamos paliar el vértigo de opositar. Ese que provoca el miedo a no obtener finalmente la plaza y el consecuente vacío que años de estudio no reconocido dejan en el curriculum. Los conocimientos que adquiere cualquier opositor a un cuerpo de tal nivel como el CSACE son de una calidad y una solvencia que no merecen quedar en un paréntesis vital o profesional. Con los títulos de Máster en Gobierno y Derecho Público o Máster en Gobierno y Dirección Estratégica de Organizaciones Públicas los alumnos de SKR cuentan con la constancia de su rendimiento.
Además, para quienes sí consigan su plaza en la Administración, estos títulos les permiten obtener puntos en concursos internos, para traslados, promoción interna o cualquier mérito que deban acreditar para obtener algún tipo de beneficio en su carrera administrativa.
Humildemente tratamos de asentar los cimientos sobre los que cada opositor construye los pilares y la estructura de su futuro profesional. El bagaje más importante que puede llevarse cualquier estudiante no es aquel que le permite obtener la plaza sino seguir progresando y creciente dentro de la Administración. Es nuestra meta como formadores de empleados públicos comprometidos y confiables. La garantía de la Administración Pública que queremos y merecemos como ciudadanos.
