Logo - Producto

Estar en capilla: la inevitable vida monacal del opositor

Comparte este post

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

El mensaje del quinto enigma del claustro interior del edificio histórico de la Universidad de Salamanca es siempre memorable: «La Justicia recta, despojada y desnuda de amistad y de odio, y una ponderada liberalidad, conservan el reino con firmeza».

JOSÉ JOAQUÍN JIMÉNEZ VACAS

La definición de “estar en capilla” es una expresión que señala que se está a la espera de efectuar algo importante o de conocer el resultado de algo importante.

Esta frase, utilizada en España y en gran parte de Latinoamérica, se originó en los ambientes estudiantiles de la Universidad de Salamanca, en la Edad Media. Los estudiantes que debían defender su tesis para doctorarse tenían que permanecer encerrados durante un día entero en la capilla de Santa Bárbara.

En ese lugar se preparaban en absoluta soledad ya que incluso la comida se les pasaba por una pequeña ventana. En esa capilla está la estatua yacente del obispo Juan Lucero, donde los estudiantes apoyaban sus pies, mientras pasaban la noche velando sus libros. Finalmente, al día siguiente aparecía el tribunal calificador ante el cual se debía defender la tesis.

Si el tribunal aprobaba al candidato este salía por la puerta de la capilla en hombros de sus amigos, luego de lo cual se le ponía el VÍTOR, la ropa y el nombre de doctor. Si no aprobaba, salía por una pequeña puerta que daba a una calle llamada de los carros…

La inevitable vida monacal del opositor encuentra, a vista de exámenes y pruebas, un muy cierto paralelismo con la del doctorando, ya que a pesar de la redacción dada al artículo 32 del Código Civil, su etapa como opositor se convertirá en lo más parecido a la extinción de su personalidad civil o, al menos, a la suspensión de la misma. No en vano, fue Marañón quien se refirió a las oposiciones como el más sangriento espectáculo nacional después de los toros.

Es por eso, que conviene hacer un llamamiento de ánimo a toda persona que hoy se encuentre en capilla, a la espera de su examen de oposición. Un llamamiento a la concentración, a no decaer en su ilusión, a no abandonar.

Desde aquí, modestamente, quisiera aconsejar con provecho, a los que lo necesiten, lo acepten, y tengan a bien leer estas palabras.

Comienzo citando a San Isidoro de Sevilla: «Estudiad como si fuerais a vivir siempre, vivid como si fuerais a morir mañana. La primera recomendación, pues, carece de secreto alguno: estudia todo lo que puedas. Y puedes. El saber no ocupa lugar».

La segunda: ten constancia en tu estudio, dedícale tiempo. Adopta un ritmo adecuado al nivel de exigencia de tu oposición, que tus posibilidades te permitan mantener. Estudia seis días por semana y descansa uno, siempre el mismo. Dijo G. Manzini, que la constancia es el complemento indispensable de todas las demás virtudes humanas y, no hay que engañarse, el que oposita, disputa una dura y nada descafeinada carrera de fondo en la que hacen falta horas de esfuerzo cada día: un esfuerzo calmado pero constante, que debe resistir la prueba del tiempo. Recuerda que más sabe el opositor por viejo, que por opositor.

La tercera, la más laboriosa: entiende todo lo que estudies. Y si no lo entiendes, pregunta. No te quedes nunca con duda alguna en estructura o contenido de ningún tema. No estudies de memoria viva, la memoria no es buena aliada. Forma ideas claras y sé capaz de relacionar conceptos. No conviene convertirse -en esencia- en aquel «joven opositor a fiscalías y registros que devoraba la Gaceta sin dejar una subasta. Alcubilla en un tomo, sabía de memoria cuanto se ha hecho, deshecho, arreglado y vuelto a destrozar en nuestra Administración Pública», citando a Alas Clarín en La Regenta.

La cuarta, sé práctico. Porque las oposiciones no las ganan los sabios, sino los despabilados. Aprende a opositar. Hazte un experto. Averigua muy bien qué es lo que el tribunal va a querer de ti en cada ejercicio y aprende a hacerlo.

La quinta, esencial: prepara todo el temario y repásalo constantemente. Hay que estudiarse bien los temas que gusten y mejor los que no gusten. Si controlas el temario, el factor suerte se minimiza y, como no, tus nervios en el momento clave, también. Además, no te quepa duda, ese tema que no te estudias, cae.

La sexta: prepara por igual todos los ejercicios. El ejercicio más importante es siempre el siguiente en el tiempo y, a priori, el primero, porque -por ser habitualmente eliminatorios- el que no aprueba el primero no pasa al segundo y el que no aprueba el segundo, no pasa al tercero. Cuántos expertos en el bel canto de temas, quedan sistemáticamente apeados del proceso de selección por no dedicar suficiente tiempo a prepararse los exámenes previos.

La séptima, la más dura: usa un buen método de vida y estudio. El orden y el ritmo son la esencia. Orden en el horario, orden físico y mental, sin dejar de hacer vida normal, aunque enfocada plenamente al éxito en la oposición. Fijarse objetivos periódicos, una buena ración de temas semanales y llevar, en un cuaderno, buena contabilidad de su consecución con efecto de consolidar también un ritmo a largo plazo que permita programarse de cara a los grandes objetivos de la oposición, es decir, los de aprobar cada uno de los ejercicios que a ésta conforman. Recuerda bien, una oposición se gana por etapas y no importa tanto la velocidad inicial, sino el ritmo sostenido.

La octava: usa poco material pero muy bueno, actualízate con medida, y personaliza tu temario. Pocos libros, pero buenos. Más vale estudiar un libro diez veces que diez libros una vez.

La novena: no escatimes en textos legales. Léelos, subráyalos y anótalos. Son tu herramienta de opositor. Especialmente en oposiciones jurídicas, es esencial controlar su manejo. Desde que empieces tu oposición, recuerda: Dios es el legislador y Colex su profeta.

La décima: aprende a comunicar. Al Tribunal se le conquista no sólo con conocimientos, también con la puesta en escena y con la manera de exponer aquellos.

La undécima: no decaigas ante eventuales bajadas de ánimo. Tómate dos o tres días para ti, muy de vez en cuando, pero sin abusar, y sólo cuando lo necesites. No olvides que las oposiciones las ganan los opositores cansados.

La duodécima: no te autoevalúes y confía en tu preparador. Un buen preparador es el que se hace responsable de la formación de sus opositores, se encarga de asesorarles en cada cuestión relacionada con la oposición, les aporta sus conocimientos y técnicas para la superación de cada ejercicio y les facilita su apoyo durante la preparación. Por eso, establece con tu preparador una sólida complicidad. Él está a tu servicio, al servicio de tus necesidades como opositor. Ni es tu profesor, ni te va a aprobar o a suspender. Es tu orientador, tu entrenador personal. Te ayudará con su experiencia a convencer a ese tribunal al que sí corresponde evaluarte. Pero, nunca lo olvides, tras estar en capilla, las oposiciones las ganan los opositores. A la arena de los ejercicios, vas a saltar tú sólo.

Por último, sé buen compañero. Tu enemigo no es el otro opositor, sino los temas. No dejes de presentarte a un ejercicio por entender -en tu parecer- no estar lo suficientemente preparado para aprobarlo: que sea el tribunal quien decida sobre este aspecto. Los que evitan el fracaso, también evitan el éxito y la aceptación de la posibilidad de fracaso es también el primer paso para ese éxito.

Ánimo, la suerte es siempre de los audaces.

José Joaquín Jiménez Vacas es Doctor en Derecho y Técnico Superior de Administración General de la Comunidad de Madrid. Preparador del mismo cuerpo en SKR. Autor de la monografía “El acto de certificación. Análisis de la función certificante del secretario de los órganos colegiados de las Administraciones Públicas”.

Artículos relacionados:

«Durante la oposición es importante tener los oídos muy abiertos, humildad y disposición a aprender»
Reglas esenciales que leí una vez… y que debes aplicar para estudiar la oposición
Devenir funcionario. La condición del opositariado
“Cuando he suspendido un examen he seguido estudiando desde el día siguiente, lo contrario no tiene sentido. La vida no da treguas”
“Todo opositor, sea cual fuere su origen, se mimetiza con los de su especie”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Una mirada al mundo del sector público

Entérate de todas las novedades sobre el sector público y las oposiciones: