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Ética del cuidado como ética médica

la etica en la medicina

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Le tomo la mano a mi enfermo para saber que sigo vivo… (Orlando Mondrán) [1]

JAQUELINE G. ORTIZ ANDRADE

¿Cuál es el punto de partida de la medicina: el enfermo o la enfermedad? Si la medicina parte de la enfermedad entonces los médicos son especialistas que arreglan defectos orgánicos, si la medicina parte del enfermo, el primer acto del tratamiento será dar la mano al enfermo porque el médico es el primero de los medicamentos que él prescribe.[2]

A menudo, terminando el largo trabajo del día, yo, que siempre me he interesado por la psicología, me preguntaba por qué toda aquella gente… permanecía horas enteras esperándome en la sala de consulta. ¿Por qué me obedecían todos? ¿Por qué, a veces sólo tocándolos con la mano, podía aliviarlos? ¿Por qué, después de haber perdido la palabra y con los ojos extraviados por el terror de la muerte, quedaban casi tranquilos si pasaba la mano por su frente?.. todo el poder residía en la mano.[3]

En el mundo griego, dice Jaeger, se podía distinguir entre médicos para esclavos y médicos para hombre libres[4]. El médico para hombres libres platicaba con los enfermos como un maestro que lleva a sus discípulos al conocimiento, tal vez esta sea la razón por la que a los profesionales de la salud se les llame doctores, pues la palabra doctor viene de la misma raíz que la palabra docencia.[5]

El médico para esclavos, por el contrario, pasaba de un enfermo a otro sin molestarse en investigar a fondo cada caso y ordenaba el tratamiento de manera rápida y absoluta.

El médico para esclavos del mundo griego puede equipararse al “doctor de moda” del que habla Axel Munthe en La historia de San Michele:

Si os econtráis con un doctor de moda, observarlo atentamente, desde una prudente distancia, antes de confiar en él. Quizá sea un buen médico; pero, en muchos casos no lo es. En primer lugar, porque, generalmente, está demasiado ocupado para escuchar con paciencia vuestra larga historia. En segundo lugar porque está inevitablemente destinado a convertirse en un snob, si no lo es ya; a dejar pasar a la condesa antes que a vosotros, a examinar el hígado del conde con más atención que el de su criado… Y en tercer lugar, porque si no tiene muy sano el corazón, pronto demostrará indudables señales de un endurecimiento precoz y se volverá indiferente e insensible a los padecimiento ajenos… Sin piedad no se puede ser buen médico.[6]

La medicina como la música, dice Platón, armoniza los opuestos. La música armoniza lo agudo y lo grave; la medicina se propone conciliar la salud y la enfermedad, la vida y la muerte.[7]

La medicina no es una ciencia pura, como la matemática, sino una aplicación de la ciencia en tanto que está tocada por el factor humano y es precisamente por esto que debe estar precedida y guiada por una ética.[8]

La palabra êthos, dice Emilio Lledó, en un primer momento hacía referencia al refugio de los animales y de las personas, con el paso del tiempo la definición se amplió para referir al carácter y posteriormente a la costumbre, al hábito. Sin embargo, la ética ha conservado parte de su origen e implica un espacio de descanso, de seguridad en el que nos encontramos, por ejemplo, con la justicia, el bien, la confianza, la amistad, la concordia y el cuidado.[9]

El cuidado dice Ester Busquets constituye un fundamento imprescindible de la vida en común en general y en particular en las profesiones de la salud.[10]

La ética nos permite constituir nuestro ser y en ese sentido es el refugio, la guarida de la humanidad, guarida imprescindible en virtud de nuestra vulnerabilidad humana.[11]

La vulnerabilidad es propia de la humanidad y no podemos desvincularnos de ella. Vulnerabilidad es una palabra que viene de la raíz latina “vulnus” que significa herida. Los seres humanos somos susceptibles de ser heridos y de herir en cualquier momento[12] y por ello necesitamos, entre otras cosas, del cuidado.

La vulnerabilidad humana, desde una perspectiva ética tiene un sentido prescriptivo, ya que no sólo debemos contemplar la vulnerabilidad de otro, sino que debemos responder a ella, por medio del cuidado.[13]

El análisis filosófico sobre el cuidado ha dado lugar a lo que se denomina “ética del cuidado” que ha encontrado en las profesiones médicas uno de sus ámbitos de desarrollo más prolijos.

Empero toda vez que la ética del cuidado iniciada por Carol Gilligan no cuenta con un marco teórico suficiente se puede sustentar en la ética de la virtud, de origen aristotélico.

Antes de hablar de la ética del cuidado como la ética profesional médica, primero hablaremos un poco sobre la profesión y el profesional.

De acuerdo con Adela Cortina,[14] la profesión es una actividad social, cooperativa que realizan diferentes personas, dirigida a otras personas, por lo que dicha actividad no sólo tiene consecuencias para los profesionales, sino para la comunidad en general, de ahí la importancia de que el profesional sea una persona responsable y confiable.

¿Y qué es la confianza? ¿De dónde viene? ¿De la cabeza o del corazón? ¿Deriva de la capa superior de nuestra mentalidad, o es poderoso árbol de la ciencia del bien y del mal con raíces que parten de la profundidad de nuestro ser? ¿A través de qué conductos comunica con los demás? ¿Es visible para los ojos, perceptible en la palabra hablada? Lo ignoro; sólo sé que no se puede adquirir leyendo libros, ni a la cabecera del lecho de nuestros enfermos. Es un poder mágico dado a un hombre por derecho de primogenitura y negado a otro. El doctor que tiene ese don, casi puede resucitar a los muertos…[15]

La confianza, nos sigue diciendo Cortina, es el bien más importante de una sociedad, porque es el medio que moraliza a la sociedad y permite la con-vivencia, es decir, el vivir juntos. Si podemos vivir juntos (con-vivir) es gracias a la confianza. Cuando se desconfía de los otros, de los profesionales, por ejemplo, se rompe el vínculo que hay entre las personas y que posibilidad la vida social.

Con la actividad profesional, se pretende alcanzar ciertas metas que deben ser conocidas, adoptadas y apropiadas por los profesionales para que se constituyan como auténticos profesionales y no sean simples técnicos.

El profesional aprender ciertas técnicas que debe poner al servicio de la meta o bien interno de su profesión Las metas o bienes internos de las profesiones hacen que cada profesión sea distinta de las otras y es lo que le da legitimidad social. Si se elige una profesión por el dinero, el poder o el prestigio (bienes externos) es lo mismo dedicarse a la medicina, que al derecho o la publicidad. Lo que le da sentido a una profesión es ese bien interno que ninguna otra tiene.

Dice Aristóteles que lo mismo domina el arte de hacer venenos el que los usa para matar que el que los utiliza para sanar, porque saber hacer un veneno es una técnica, pero el profesional de la salud sabe para que sirve el veneno, es decir, conoce los bienes internos de la medicina que son: prevenir la enfermedad, ayudar a curar lo que se puede curar, cuidar de aquello que no se puede curar y, ayudar a morir en paz.[16]

Si el bien interno de las profesiones se deja de lado por los bienes externos: dinero, poder y/o prestigio el mundo se deshumaniza y la profesión se pervierte.

Los profesionales necesitan reconocimiento, antes que prestigio. Prestigio es una palabra que viene del latín praestigium que hace referencia a la ilusión causada en los espectadores gracias el truco de un mago.

Reconocimiento se refiere a la distinción, el respeto que se le tiene a una persona en razón de sus actos.

El profesional de la salud que busca el prestigio está destinado a convertirse en un doctor de moda en términos de Munthe o en un doctor para esclavos en términos de Jaeger.

Con relación al dinero, desde luego que los profesionales lo necesitan para sobrevivir, empero no deben olvidar que el dinero es un medio y no fin en si mismo, lo mismo sucede con el poder, ya que si bien se requiere de cierto poder razonable para actuar, este no constituye un fin en si mismo. Sólo la personas, como dice Kant, son fines en si mismas y así deben ser siempre tratadas.

Empero en el mundo moderno capitalista es común mirar al poder, al dinero y al prestigio como fines en si mismos y para alcanzarlos podemos estar dispuestos a explotar a otros o incluso a nosotros mismos. El ejercicio profesional cada vez está más sujeto a un modelo económico-administrativo, que lleva a la instrumentalización de los sujetos. Por ejemplo en el ejercicio de la medicina, en algunas ocasiones a las personas antes que atenderseles como pacientes se les antiende como clientes.

Por eso como dice Munthe “el doctor de moda” deja pasar a la condesa antes que a vosotros, y examina el hígado del conde con más atención que el de su criado…

Esto no quiere decir que no es legitimo buscar el poder, el dinero o el prestigio; si es legitimo, pero no a cualquier precio.

Con el ejercicio profesional es posible alcanzar los bienes externos, poder, dinero y prestigio, sin embargo esto no significa que deben sustituir a los bienes internos. Sustituir los bienes internos por los externos es pervertir la profesión.

Por ello, como dice Cortina, es primoridal que los profesionales se pregunten ¿Y está profesión para qué? Si el profesional no tiene claro el bien interno de su profesión o no lo hace suyo, es más problable que pueda pervertilo.

Las profesiones hemos dicho siguiendo a Adela Cortina, son actividades cooperativas en las que distintos profesionales tratan de proporcionar a la sociedad un bien sin el cual seriamos menos humanos, para lograrlo es indispensable que los profesionales tengan dos características a saber: vocación y excelencia. [17]

La vocación implica contar con determinadas cualidades indispensables para el ejercicio profesional tales como, tener la posibilidad de aprender y realizar los bienes internos de la profesión.

Por otro lado, la excelencia profesional consiste, en la competencia consigo mismo para superar las metas propias, “es importante buscar ser el mejor pero no respecto de los demás sino respecto de uno mismo”.

Hasta aquí tenemos, entonces que un profesional es una persona con vocación que reconoce la oportunidad de ofrecer un bien a la sociedad; que compite consigo mismo y trabaja en conjunto con los demás para realizar el bien interno de su profesión.

La actividad profesional, por su parte, es aquella que debe ponerse al servicio de los demás con responsabilidad, vocación y excelencia para generar confianza.

El ejercicio profesional tal como lo hemos descrito hasta aquí requiere que el profesional sea un sujeto virtuoso.

Las virtudes de acuerdo con Tomás Moro se encuentran directamente vinculadas con los vicios, a cada virtud corresponde por lo menos un vicio y el medio para identificar el vicio que corresponde a cada virtud, es un juego.[18]

Jugar, dice Gadamer, implica una liberación del esfuerzo de la existencia. Cuando el jugador se entrega al juego, se descarga de la cotidianidad y el juego lo transforma, lo convierte en otra persona, de tal suerte que quien se era antes del juego ya no se es despúes del juego. Gracias al juego es posible constituir nuestro ser verdadero.[19]

El juego de las virtudes y los vicios propuesto por Moro, en principio libera de la tensión existencial a los jugadores, empero al mismo tiempo los transforma en sujetos virtuosos verdaderamente, para que puedan afrontar dicha tensión existencial.

Las virtudes, podemos decir a partir de Aristóteles, son hábitos que forjan nuestro carácter, es decir, nuestra forma de estar en el mundo.

Mediante la indagación ética, dice Aristóteles, queremos ser sujetos valiosos. Nos preguntamos, por ejemplo que es la salud, no sólo para saber, no sólo por curiosidad cognitiva, si no porque queremos estar sanos. La reflexión ética ayuda a mejorar nuestra capacidad de elección en nuestras decisiones, acrecentando nuestra confianza, generando eudamonia=florecimiento humano o felicidad. La eudamonia, felicidad o florecimiento humano es una actividad del alma conforme con la virtud más alta que es la actividad contemplativa.[20]

La reflexión ética como saber práctico puede mejorar nuestras vidas al ofrecernos una forma de reflexión general para elegir mejor, tanto en lo personal como en lo profesional.

La ética, lo mismo que la medicina, ha de dar al ser humano una buena vida, una vida digna de ser vivida, una vida deseable por cualquier ser humano y que cualquiera pueda alcanzar y realizar.

La vida buena es aquella que es compartida por muchos, es decir, una vida en comunidad, una vida en relación con los otros; con los padres, los hijos, los amigos, los pacientes, etcétera. La actividad profesional implica una acción colectiva, por lo que, es o puede ser un medio para alcanzar la vida buena el florecimiento humano. La buena vida para Aristóteles no es cuestión de suerte o de talento. La buena vida se alcanza con los otros, mediante la reflexión, aprendizaje y el cuidado.

La ética, lo mismo que la medicina, se ocupa de una investigación completa y exacta de los casos particulares que se le presentan, partiendo de principios generales. El médico se enfrenta con nuevos síntomas; el filósofo de la ética, con situaciones nuevas de entre las cuales es indispensable elegir.

La reflexión ética nos ayuda a enfrentarnos a situaciones nuevas con firmeza e imaginación. Lo mismo que el ojo clínico del médico, las personas prudentes, virtuosas, se guía por los principios generales y por su imaginación para enfrentarse a la situación concreta tomando en cuenta sus peculiaridades. El sujeto virtuoso tiene una manera especial de elegir. Elige según el justo medio.[21]

El justo medio es una especie de principio de elección entre dos extremos: el exceso y el defecto. El conocimiento del justo medio no es el de una fórmula sino el conocimiento de cómo tener en cuenta las circunstancias para saber qué hacer y poder actuar con prudencia.

El iusto medio es lo que no es ni demasiado (exceso), ni demasiado poco (defecto), y no es una misma cosa para todos. La virtud o justo medio está entre dos vicios: el exceso que consiste en una exageración de la virtud y el defecto que implica una ausencia de virtud.

La valentía por ejemplo es una virtud, que se encuentra en el justo medio, entre el exceso que es la temeridad y, el defecto que es la cobardia.

El justo medio puede ser entendido como un hábito selectivo que nos permite alcanzar la eudamonia o florecimiento humano.

Todos somos seres humanos en potencia, mediante las virtudes éticas podemos transformarnos en seres humanos en acto. Da acuerdo con Aristóteles, la potencia es lo inacabado, lo que puede llegar a ser, pero todavía no es; por el contrario, el acto, es lo acabado, lo que ya es. Por ejemplo, una semilla es una flor en potencia, puede llegar a ser flor, pero todavía no lo es. La flor es la semilla en acto, ha dejado de ser semilla para convertirse en una flor hermosa.

Del mismo modo, los seres humanos somos seres inacabados, en potencia. Para desarrollar todas nuestras potencialidades necesitamos de las virtudes, en particular de la prudencia. La prudencia es al virtud de la inteligencia práctica, de saber cómo aplicar los principios generales a situaciones particulares.

De la misma manera en que la vida moral no puede regirse unicamente con principios ya que es preciso cultivar hábitos para forjar el carácter y constituirnos como seres humanos en acto, la medicina no puede ejercerse unicamente con principios abstractos.

Si bien los principios de no maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia son valiosos y necesarios en el ejercicios profesional médico no son suficientes, se requiere del cultivo de ciertos hábitos como el cuidado para forjar el carácter y que los profesionales de la salud se constituyan como doctores en acto.

El cuidado entendido como una virtud  -en terminos aristotélicos- es un justo medio entre el cuidado invasivo y el cuidado desatento o defensivo.

Las palabras medicina y médico comparten la raíz “med” que significa pensar, cuidar, medir. Este medir no se refire a la medida si no a la moderación.[22]

La medicina como hemos dicho antes, siguiendo a Platón, lo mismo que la música busca conciliar los contrarios, para lograrlo se requiere moderación, prudencia, para no incurrir en un extremo.

Pero:¿Cómo entender la enfermedad del otro? ¿Hasta que punto puede comprenderse su sufrimiento? ¿Es posible ponerse en el lugar del enfermo?

El cuidado excesivo puede llevar al cuidador al olvido de la autonomía del paciente tomando decisiones en su nombre, o al autodescuido y/o al agotamiento físico y emocional.

Lo espero mucho tiempo, pensó incluso que él había muerto, que lo habían matado. Cuando por fin lo llevaron a casa, él estaba irreconocible, le quedaba la sonrisa, a pesar de todo y a pesar de la fatiga. Era él sí. Durante varios, bastantes días, estuvo entre la vida y la muerte. Apenas podía comer…El médico, los compañeros y ella trataron de salvarlo. Ella… estuvo muy pendiente de la enfermedad, de la comida, del sueño, de la lenta mejoría de Robert L. Cuando todo pasó, un año despúes se separaron… [El texto de Margaret Duras] refleja el dolor, el del enfermo y el de la persona que lo espera, que lo cuida, lo recuerda y carga con su parte de la enfermedad…”[23]

En otras ocasiones el cuidador para no involucrase y ser objetivo termina objetivando, cosificando al paciencia y la relación médica, lo que puede derivar en una pérdida de calidez humana.

…cuando mi amiga dice

cáncer…

la sangre,

la piel, el frío

se astillan.

Mi amiga sonríe

como si no le importara.

Se ha entrenado para no mostrar

Emociones

en momentos así…[24]

La ética del cuidado adquiere sentido en la medida en que orienta la vida práctica, para ello requiere ir acompañada de un proceso de educación moral. Para orientar la educación moral contamos entre otros medios con la literatura.

La literarura puede ser el medio que nos permite identificar como quiere Moro el vicio relativo a cada virtud, eso por un lado.

Por otra parte, la literatura, dice Nussbaum, expresa un sentido normativo de la vida. Invita a sus lectores a que actúen de una cierta manera y no de otra.

“La novela procura describir la riqueza del mundo interior”. Se interesa por la cotidianeidad y nos devela lo común. Nos muestra a seres humanos con historias propias, complejas y dignas de ser conocidas, nos permite entrar en otros mundos, en historias que nos son ajenas.

Mirando las circunstancias de los personajes podemos vernos e imaginarnos en esas circunstancias, lo que es más, dice Nussbaum al ir leyendo “hemos habitado esa circunstancias en la fantasía”.

Esta con-vivencia del lector con los personajes puede ayudar a alcanzar una interpretación más generosa y solidaria de la vida.

Con la imaginación literaria el lector comparte la felicidad, la angustia, los temores y los sinsabores de los personajes y aunque puede generar lazos de simpatía siempre está en un plano distinto.

El lector entra en muchas vidas diferentes, en la historia de otro tiempo, en un país lejano, en el alma de otros hombres a los que no sólo llega a conocer sino a los que puede comprender.

El arte en general y la literatura en particular, nos devela la vulnerabilidad del otro. Pero no sólo eso, el arte también nos devela nuestra propia, natural e inevitable vulnerabilidad.

Pesa entre quince y treinta gramos.

Mide de cuatro a seis centímetros.

La tiroides

es una mariposa

abrazada al cuello.

Qué sencillo explicar con palabras

los lugares del cuerpo.

Decir árbol bronquial

y que nazcan ramas buscando oxígeno.

Decir pupila

y que una niña se siente al centro de los ojos.

pero cuando mi amiga dice

cáncer

es otro el animal

de su tráquea.

Dice cáncer y la sangre,

la piel, el frío

se astillan.

Mi amiga sonríe

como si no le importara.

se ha entrenado para no mostrar

emociones

en momentos así.

Pero esta vez no le sirve

su bata blanca

ni la máscara de compasión

que usa en los pasillos.

Es ella quien debe darse la noticia.

Se concentra en la acción

para no pensar en lo que sigue.

Diagnóstico. Pronóstico.

Tratamiento.

En otros términos:

destino.

Mi amiga dice cáncer

pero no se aflige. No quiere.

No tiene tiempo.

Quiero ofrecerle

una palabra que adelante los días

y ponga mi brazo en las agujas.

Qué delgadas son las palabras

para decir

y que no se rompan.

Quizá soy quien más teme.

No al desenlace

sino a su cercanía.

A mi propia garganta.

Todo este tiempo miré la enfermedad

como quien ofrece

su vaso de agua al incendio.

El rescatador,

 no el rescatado.

Pero la realidad siempre ha sido

una casa de espejos

que nos hace preguntarnos

sobre el lugar donde observamos.

Mi amiga acerca

mi mano a su garganta.

¿Quieres sentir? Toca.

¿Lo sientes?[25]

Si los profesionales, como los doctores fuesen capaces de reconocer la vulnerabilidad del otro y su propia vulnerabilidad, buscarían que todos tuviésemos el mismo respeto y la misma consideración.

Por ejemplo, si los miembros de la la Junta del Consejo de Salubridad que realizaron la Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica durante la pandemia de COVID19, en México, hubiesen leído “El viejo que leia novelas de amor” de Luis Sepulveda o “Las palabras” de Sartre o una biografia de Sor Juana Ines de la Cruz a quienes sus abuelos les enseñaron a leer a los tres años, tal vez no habrian propuesto que se privilegiara a los pacientes jovenes, por el hecho de ser jovenes, respecto de los pacientes viejos, por el hecho de ser viejos.

El arte al enfrentarnos con otros mundos que confrontan nuestro mundo, despierta a la razón de su sueño dogmático y combate los prejuicios que eclipsan nuestro entendimiento.

Los seres humanos, dice MacIntyre, tanto es sus acciones como en sus prácticas y sus ficciones, son esencialmente animales que cuentan historias.[26] Una forma de conocer el sufrimiento y el padecimiento es a través de los relatos de quienes sufren.

Aunque las narraciones no son suficientes para llegar a la realidad del dolor las historias, bien contadas, dice María Teresa López de la Vieja, tienden puentes y ayudan a comprender mejor a los otros al introducir cierta distancia para la reflexión y ampliar el punto de vista del lector.[27]

Hemos dicho que la ética del cuidado, debe ir acompañada de un proceso de educación moral. De acuerdo con Lopéz de la Vieja en la formación de los profesionales de la salud debe icluirse la lectura y la escritura de textos ya que pueden mejorar el ejercicio de la medicina, en especial la calidad de las relaciones entre médicos y pacientes porque posibilitan un mejor entendimiento de las viviencias relacionadas con el dolor y la enfermedad.

Escribir poesía [dice el doctor Daniel Becker, médico de la Escuela de medicina de la Universidad de Virginia] me hace sentir una intensa curiosidad por la gente y por saber cómo llegaron a mi consultorio, no sólo por sus diagnósticos y la lista de medicamentos y resultados de laboratorio, sino…por saber cómo es para ellos confrontar una enfermedad crónica o una enfermedad aguda.[28]

La literatura ofrece una información indirecta propicia para la reflexión.

Una de las razones por las que la poesía es tan potente es porque le da voz a la gente”, Nos permite escuchar realmente la voz de otra persona y estar presentes en su experiencia. [Doctor Rafael Campo médico de la Facultad de medicina de Harvard].[29]

La literatura ofrece un camino para transitar, con cierta libertad, de las experiencias en primera persona a la reflexión de tercera persona.

Sin el velo de la literatura algunos detalles de la crudeza del dolor humano pueden ser insoportables.

Le pregunto: del uno al diez, ¿qué tanto te duele? La escala que le pongo enfrente tiene varias caritas dibujadas. Cuando las palabras no alcanzan es necesario recurrir a su caricatura. Desplazar el lenguaje. Le pido que señale una de ellas con el dedo. Elige la última. Las caritas están coloreadas. Rojo significa el peor dolor que hayas sentido.

Guardo mi ropa en una bolsa de plástico. Salgo a la calle. Respiro el aire frío. Las sombras van coloreándose en mi retina. Pienso en las situaciones donde mi mano fue útil, donde no. Olvido ambas. La luz descubre un cielo saturado de tonos escarlatas.

Rojo significa el peor dolor que hayas sentido…[30]

Mirar la enfermedad y el dolor de frente, sin la mediación del arte puede hacer que los profesionales de la salud incurran en un cuidado excesivo o en un cuidado defensivo. Ciertamente la literarura no va a dar la solución de los problemas médicos pero si puede orientar éticamente la práctica médica.

Duermen el sueño de los justos.

Les presto mis ojos para cuidarlos.

No fue un día fácil:

miradas perplejas,

 noticias de difícil digestión.

 Pero la noche ofrece una tregua

y ahora el tiempo cae a gotas.

En cada habitación, tres enfermos

y tres cuidadores.

Y aunque comparten el mismo espacio

nadie podría decir que duermen juntos.

Cada par se duele a su manera.

Miro a los dos primeros.

Enfermo y cuidador se quedaron dormidos

mientras se tomaban de la mano.

Es tan poco lo que hace falta

para ser una casa.

Apenas estar lado a lado.

Tocarse.[31]

Artículo a partir de la ponencia «La ética en la salud» impartida por la propia autora, Jacqueline G. Ortiz Andrade, dentro del ciclo de conferencias «La ética profesional» dentro del marco de la Cátedra Interuniversitaria Tomás Moro.

Jacqueline G. Ortiz Andrade es Licenciada y Maestra en Derecho, profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de diversas materias en la Universidad Latinoamericana (ULA), autora de los libros Crítica y dogmática jurídica y Racionalidad comunicativa y argumentación jurídica indígenas, además de diversos artículos.

Descarga aquí el artículo completo

Más información sobre la Cátedra Tomás Moro y calendario de conferencias aquí

Bibliografía:

  • ARISTÓTELES, Ética Nicomaquea, trad. de Antonio Gómez Robledo, México, UNAM, 2012.
  • BORDELOIS Ivonne, A la escucha del cuerpo, Fundación Medifé, Argentina, 2018.
  • BUSQUETS ALBÉS, Ester, Ética del cuidado en las ciencias de la salud. A partir de la lectura de La muerte de Iván Ilich de Lev Tolstói, HerderBarcelona, 2019.
  • CORTINA Adela, “Ética profesional”, conferencia presentada en Jornada de desarrollo profesional, Florida Universidad recuperada en https://youtu.be/2eYtiv5lijo.
  • GADAMER, Hans-Georg, Verdad y método, t. I, trad. Manuel Olasagasti undécima edición, ediciones sígueme, España, 2005.
  • JAEGER, Werner, Paideia: los ideales de la cultura griega, Trad., Joaquín Xirau y Wenceslao Roces, FCE, México, 1957.
  • LÓPEZ DE LA VIEJA, Ma. Teresa, Bioética y literatura, Plaza y Valdés, México, 2013.
  • LLEDÓ, Emilio, Identidad y amistad. Palabras para un mundo posible, Taurus, Madrid, 2022.
  • MONDRAGRÓN, Orlado, Cuadernos de patología humana,en https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-orlando-mondragon/
  • NUSSBAUM, Martha, Justicia Poética, Trad. Carlos Gardini, ed. Andrés Bello, Chile, 1997.
  • PLATÓN, “Banquete” en Diálogos III, trad. C. García Gual, M, Martínez Hernández, E, Lledó Iñigo, Gredos, Madrid, 2008.
  • SHAREAMERICA, La poesía ayuda a los médicos estadounidenses a curar, 16 de marzo 2021, en https://share.america.gov/es/la-poesia-ayuda-a-los-medicos-estadounidenses-a-curar/ [fecha de consulta 30 de abril 2023].

[1] MONDRAGRÓN, Orlado, Cuadernos de patología humana poema I…en https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-orlando-mondragon/

[2] BORDELOIS Ivonne, A la escucha del cuerpo, Fundación Medife, Argentina, 2018, pp. 58 y 59.

[3] MUNTHE Axel, La historia de San Michelle, trad. Nanny Wachsmuth de Zamora, Porrúa, México, 1999, p. 28.

[4] JAEGER, Werner, Paideia: los ideales de la cultura griega., Trad., Joaquín Xirau y Wenceslao Roces, FCE, México, 1957, pp. 635 y 636.

[5] BORDELOIS Ivonne, A la escucha del cuerpo, Fundación Medife, Argentina, 2018, p. 59

[6] MUNTHE Axel, La historia de San Michelle, op. cit., pp. 27 y 28

[7] PLATÓN, “Banquete” en Diálogos III, trad. C. García Gual, M, Martínez Hernández, E, Lledó Iñigo, Gredos, Madrid, 2008, pp. 216-218.

[8] BORDELOIS Ivonne, A la escucha del cuerpo, Fundación Medife, Argentina, 2018, p.63.

[9] LLEDÓ, Emilio, Identidad y amistad. Palabras para un mundo posible, Taurus, Madrid, 2022, pp. 18-21.

[10] BUSQUETS ALBÉS, Ester, Ética del cuidado en las ciencias de la salud. A partir de la lectura de La muerte de Iván Ilich de Lev Tolstói, HerderBarcelona, 2019, pp. 17 y 18.

[11] Ibidem.

[12] BUSQUETS ALBÉS, Ester, Ética del cuidado en las ciencias de la salud., op. cit., pp. 27 y 28.

[13] BUSQUETS ALBÉS, Ester, Ética del cuidado en las ciencias de la salud, op.cit., pp. 29 y 30.

[14] CORTINA Adela, “Ética profesional”, conferencia presentada en Jornada de desarrollo profesional, Florida Universidad recuperada en https://youtu.be/2eYtiv5lijo.

[15] MUNTHE Axel, La historia de San Michelle, op. cit., p. 27.

[16] CORTINA Adela, “Ética profesional”, conferencia presentada en Jornada de desarrollo profesional, Florida Universidad recuperada en https://youtu.be/2eYtiv5lijo.

[17] Idem.

[18] MORO, Tomás, Utopía, CDMX, Porrúa, Sepan Cuantos, 282, 2022, pp. 53 y 54.

[19] Cfr. GADAMER, Hans-Georg, Verdad y método, t. I, trad. Manuel Olasagasti undécima edición, ediciones sígueme, España, 2005, pp. 148,151 y 155.

[20] ARISTÓTELES, Ética Nicomaquea, trad. de Antonio Gómez Robledo, México, UNAM, 2012, p. 252.

[21] Ibidem., p.37.

[22] BORDELOIS Ivonne, A la escucha del cuerpo, Fundación Medife, Argentina, 2018, pp. 54-56.

[23] LÓPEZ DE LA VIEJA, Ma. Teresa, Bioética y literatura, Plaza y Valdés, México, 2013, pp. 19 y 20.

[24] MONDRAGRÓN, Orlado, Cuadernos de patología humana, poema XVIII… en https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-orlando-mondragon/

[25] MONDRAGRÓN, Orlado, Cuadernos de patología humana, poema XVIII… en https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-orlando-mondragon/

[26] MacIntyre, citado por BORDELOIS Ivonne, A la escucha del cuerpo, op. cit., p. 60.

[27] LÓPEZ DE LA VIEJA, Ma. Teresa, Bioética y literatura, op. cit., pp. 31-33.

[28] SHAREAMERICA, La poesía ayuda a los médicos estadounidenses a curar, 16 de marzo 2021, en https://share.america.gov/es/la-poesia-ayuda-a-los-medicos-estadounidenses-a-curar/ [fecha de consulta 30 de abril 2023]

[29] Idem.

[30] MONDRAGRÓN, Orlado, Cuadernos de patología humana, poema Suturas en https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-orlando-mondragon/

[31] MONDRAGRÓN, Orlado, Cuadernos de patología humana, poema VII… en https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-orlando-mondragon/

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