Dejadme comenzar confesando algo: en mis años de oposición solamente fui capaz de terminar un libro. Uno solo: Harry Potter y el prisionero de Azkaban. Vista mi experiencia me parecería deshonesto recomendar un libro que yo no me habría leído ni en broma mientras opositaba. Por este motivo, me siento muy segura escribiendo sobre Identidades asesinas, de Amin Maalouf.
Se trata de un ensayo, redactado en un tono inteligentemente simple que permite tanto ser leído despacio entre ratos de estudio como de una sentada en una tarde lluviosa.
Además, su lenguaje accesible convierte su versión original (Les identités meurtrières) en una muy buena opción de práctica para aquellos se presenten al examen de francés durante el proceso de selección de la oposición al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado (CSACE). El vocabulario sobre identidad, democracia y globalización encaja fantásticamente con las pruebas de idioma.
A lo largo de sus 192 páginas, Maalouf reflexiona sobre los motivos que llevan a algunas personas a abrazar el fanatismo religioso. Descarta rápidamente que la religión sea el problema de fondo, para indagar en los elementos que componen la identidad del ser humano y dónde se encuentra la mecha que la incendia. A pesar de que se trata de un ensayo sobre radicalización religiosa, sus argumentos son fácilmente extrapolables a cualquier conflicto con base identitaria.
En más de una ocasión os descubriréis leyendo sobre la sociedad francesa pero pensando en los conflictos patrios. De esta manera, el libro aporta muchas ideas que pueden enriquecer ensayos del primer ejercicio de CSACE de temáticas muy diversas. Entrar en los libros de Maalouf, suele implicar quedarte un rato mirando al infinito reflexionando sobre lo que acabas de leer.
El escritor nos ofrece un recorrido histórico breve pero relevante que sirve de vacuna contra las explicaciones simplistas. Una idea que nos adelantó Juan Ramón Bedmär en este mismo blog.
En este caso, el autor estudia cómo se ha ido desarrollando el islam y lo enfrenta al oscuro pasado del cristianismo para convencernos de que las sociedades no son lo que la religión hace de ellas, sino que son sus seguidores quienes activamente perfilan los caminos de las religiones. El fanatismo religioso (o de cualquier tipo, para qué nos vamos a engañar) se encontraría así en la incapacidad de una sociedad de hacer frente a sus conflictos internos, sus desigualdades y, particularmente, su incapacidad de ofrecer soluciones de convivencia y respeto ante la diversidad de aquellos que la conforman.
Estos problemas se ven magnificados por una globalización que condena a todos los grupos humanos a sentirse en cierta medida víctimas de la misma. El escritor nos obliga así a repensar el devenir histórico y a realizar cierta autocrítica sobre cuál es nuestro papel en el mismo.
Finalmente, Maalouf entiende que la democracia es la única vía posible para gestionar sociedades diversas, poniendo el foco en la defensa de los derechos humanos. No obstante, y partiendo de la clara idea de que la existencia de democracias ha sido insuficiente para frenar la radicalización, analiza dónde se encuentran los fallos del sistema y cómo pueden mejorarse:
«Para que podamos hablar de democracia es necesario que el debate se produzca en un clima de relativa serenidad. (…) Si nos encontramos ante una lógica comunitarista, racista o totalitaria, el papel de los demócratas será el de hacer valer los derechos de los oprimidos, aunque se haga contra el dictado de la mayoría.»
El ensayo nos ofrece además algunas pistas sobre cómo afrontar un escrito acerca de un tema espinoso sin entrar en jardines. Problema que muchos de los opositores o exopositores a CSACE que estáis leyendo estas líneas conoceréis de sobra (servidora incluida). La estrategia de Maalouf consiste en analizar el fanatismo como una «pantera a domesticar». Es decir, desde una serena distancia que no le ataca, lo que desataría inevitablemente su ira asesina, pero tampoco cae en el error dejarle libremente acabar con la vida quienes la rodean. Maalouf sabe moverse muy bien en escalas de grises que evitan la polarización y nos enseña que una buena argumentación requiere conocer tantos puntos de vista como sea posible.
Al final es una aplicación práctica de nuestro querido «ojo poliédrico», la visión 360º con la que SKR Preparadores aborda el estudio o el análisis de cualquier asunto. Este libro servirá especialmente a aquellas personas que tengan dificultades para afrontar el primer ejercicio de la oposición a CSACE sobre cuestiones de identidad, globalización y democracia.
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