¿Qué quedará de nosotros o para nosotros -los humanos- cuando la inteligencia artificial (IA) termine instaurándose en nuestras vidas? Es una de las preguntas que Kike Cortés lanza a modo de reto a Félix Cantero durante su conversación sobre el ensayo Inteligencia artificial y cultura pop (SKR Ediciones y Dextra Editorial, 2021). El autor sucumbe a la tentación de mostrar en tono jocoso dos escenarios opuestos, pero igual de improbables: “Si se consigue, la IA será nuestra última invención. Si acertamos y es benigna nos tumbaremos a disfrutar de los beneficios, pero si es algo para lo cual somos un mero recurso ya nos podemos ir olvidando de compartir planeta”.
Lo cierto es que los poco instruidos en la materia tendemos a frivolizar con un universo que desconocemos por completo, quizá por lo lejano que nos parece. Pero a lo largo de la entrevista Cantero invita a reflexiones mucho más cercanas. A la hora de definir qué es la IA, por ejemplo, nos pone los pies sobre la tierra: “Se trata de crear una entidad que comparta con nosotros rasgos como recabar información del entorno, tener una memoria, ser capaz de utilizarla y adaptarse, tener estrategias… Esa sería la IA más pareja a la humana, que todavía no existe”. No obstante, se muestra escéptico al afirmar, sin perder ese punto de humor que le define, que “nadie sabe muy bien que es la inteligencia sin el adjetivo de artificial, así que es bastante complicado dar una definición universalmente aceptada de lo que es la IA”.
Con respecto al impacto que la IA tendrá en la sociedad, Cortés pone frente a frente a tecnófobos y tecnófilos y detecta en el libro cierto tono pesimista sobre el futuro y la aplicación de las tecnologías. Félix Cantero reconoce en su redacción un mayor acento en los riesgos que en los beneficios, pero cree que nos quedaremos en un término medio.
Para convencernos nos devuelve de nuevo a una realidad muy cotidiana: “El ejemplo más inmediato que tenemos de una tecnología tan disruptiva podría ser la mezcla entre los dispositivos móviles inteligentes y las redes sociales. Nadie sospechaba que estaríamos tan condicionados por una tecnología capaz de una conectividad en cualquier punto y su uso social”.
Ahonda así en una idea que ya dejó caer durante la presentación de su libro, cuando al hablar de las tecnologías de la información describía los dispositivos como «anabolizantes y prótesis que nos permiten hazañas impensables años antes, pero que esconden un lado bastante oscuro que idiotiza y da alas a los más bajos instintos humanos”.
Lo importante, en definitiva no es la tecnología en sí, sino el uso que le damos y es ahí donde, concluye, deberíamos destinar los esfuerzos de los legisladores. Una incipiente regulación de la inteligencia artificial a la que apenas se está asomando la Unión Europea.
A las complicaciones de definición e implementación técnica de la IA se suma la cuestión moral, uno de los mayores escollos que siempre han encontrado los científicos para desarrollar avances tecnológicos significativos. Con respecto a esto, Félix Cantero arroja, como corresponde, más dudas que respuestas: “Si queremos una IA pareja a nosotros el primer problema es que no nos ponemos de acuerdo con qué es ético”. No se refiere únicamente a las diferencias culturales, sino también a las temporales. ¿Con los principios y valores de qué siglo deberíamos desarrollar una IA con vocación de permanencia?
Volcar nuestros propios sesgos en la tecnología es un juego peligroso al que ya se enfrentan instituciones y organismos públicos y privados. ¿Hasta qué punto podemos tener el control sobre los algoritmos? Pregunta Cantero tras aludir a una reciente polémica a la que tuvo que enfrentarse el gobierno de Países Bajos cuando se descubrió que aplicaba un algoritmo predictivo para la prevención de fraudes fiscales que señalaba a los ciudadanos con menos renta y a grupos de población de origen inmigrante. Una muestra más de que “hay cuestiones interesantes que resultan de aplicación inmediata”.
La idea de relacionar ambos conceptos en el libro, explica el autor, estuvo inspirada por Wicho, prologuista del ensayo, y su creencia de que la buena ciencia ficción trae muchos beneficios para la propia ciencia. “Los escritores de ciencia ficción lo que hacen es dejar volar la imaginación y pensar en nuevas realidades que acaban por materializarse”, afirma. Además, la cultura pop es parte de nuestros días, de nuestra forma de evadirnos. “Por eso me pareció interesante mezclar ambos temas, usar las referencias culturales más inmediatas que tenemos en lugar de citas o referencias más académicas”.
Un maridaje cultural lleno de alusiones a lugares muy conocidos del cine, la música y la literatura que Kike Cortés elogia de manera entusiasta para invitarnos a disfrutar de la lectura de Inteligencia artificial y cultura pop.
Puede ver la entrevista completa a Félix Cantero en nuestro canal de YouTube
Para adquirir Inteligencia artificial y cultura pop visite nuestra tienda virtual
